No quiero tener ni dar en exclusiva. Cada vez estoy más convencida que limitar nuestras relaciones sentimentales a una sola persona es limitar nuestra capacidad de amar y yo, tengo de sobra así que entregarlo todo a una única persona sería injusto, para mi, para mis hombres y para los que están por venir.
El amor no debe ser simplemente dado y recibido de forma exclusiva y recíproca entre dos personas, como un circuito cerrado. Hay que dejar que fluya como si del cauce de un río se tratase, dejar que entren y salgan nuevos flujos sentimentales, nuevas sensaciones, hay que dejar entrar y salir, hay que renovarlo constantemente para que crezca y se enriquezca.
Amaos los unos a los otros, dijo aquel que murió por amor.
Los unos a los otros, no el uno al otro.
Un sentimiento que se da y es devuelto, aunque sea en la misma media, no es suficiente, porque a la larga, ese amor que no se airea terminará corrupto, emponzoñado, añejo y pasará a ser costumbre, que es la antesala de la rutina, la maldita rutina que se carga al amor.
El amor es fuerte porque se nutre de más amores, el que siempre come lo mismo termina raquítico o con graves carencias. Así pues desde hoy día 24 de enero aplicaré a mi vida la máxima “amar es compartir” y compartiré mi amor con todo aquel que lo necesite, lo inspire o lo intercambie. He dicho.
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