Esta tarde mirando la prensa digital leí los comentarios de una noticia, y resulta que los comentarios que aparecían nada tenían que ver con la noticia en si. La gente debatía sobre si insultar al jefe del poblado de una forma u otra. La gente enseguida entra al trapo. Unos critican a los que insultan, otros proponen nuevos insultos, los hay que hasta se meten con los insultadores o los reprochadores. En definitiva, que a la gente de mi poblado le va la gresca.
Cual verduleras cabreadas despotrican de la gente que da la cara amparados en el anonimato de este gran invento que es Internet. Rajan con saña carroñera y disfrutan con el regusto del que goza con el mal ajeno. Enfermos, que están enfermos. Cutres, de vidas pobres, carentes de sustancia y de sexo. Eso es lo que les pasa, que están mal atendidos, resentidos, insatisfechos, mentes cortas de gente cobarde que utilizan la libertad de expresión de forma anónima porque esa es la forma de expresarse de los reprimidos. Los que tienen una vida de mierda, tan cutre y tan falsa que necesitan llenarla con la vida de otros y la frustración que les produce ver a los demás viviendo en paz les provoca esa ira enfermiza que mueve sus lenguas (en este caso dedos) envenenados de envidia. Que pena me dan.
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